«Non veño pola comida, veño porque aquí sempre me tratan moi ben todos os traballadores»

Cocina Económica de La Coruña · 06/06/2010

Un usuario explica cómo cambió su vida la Cocina Económica. Por ANGEL VARELA. A Manolo una depresión le cambió la vida. Aunque ese cambio psicológico no le impidió ejercer 42 años como albañil y cantero, esa negra punzada mental que siempre está al acecho provocó que hace tres años se convirtiese en un usuario de la Cocina Económica debido a un ritmo de vida errático que le ha llevado a no tener un domicilio fijo. Su familia se ha cansado de decirle que no acuda a la entidad de beneficencia. «Á miña irmán, por exemplo, non lle gusta que veña, e sempre me di que non teño falta de comer aquí, que podo comer na súa casa, pero eu non veño pola comida, veño porque me tratan moi ben e me sinto a gusto coa xente que xestiona todo isto», explica. Y es que Manolo es una de las personas que los responsables de la Cocina Económica señalan cuando quieren explicar que no es necesario estar en la marginalidad absoluta para cruzar el umbral de la institución. Manolo, además de un trabajador que demuestra al periodista su larga trayectoria con su certificado de vida laboral de la Seguridad Social, puede recitar definiciones enteras salidas del diccionario de la Real Academia Española. «Gústame moito ler, incluso dicionarios. A afección venme de que cando era chaval estudei nun seminario oito anos», argumenta. A pesar de esa larga estancia en el centro religioso, Manolo cuenta que nunca afloró la vocación religiosa que le acabara vistiendo con ropas sacerdotales porque «sempre me gustaron moito as mulleres». Sin embargo, a sus 58 años sigue conservando la pasión por unos libros que consigue en las bibliotecas públicas de la ciudad. Sobre la Cocina Económica, Manolo se deshace en elogios que concluye con la frase de que la entidad es «algo moi especial», y el cariño es mutuo cuando pasea por sus instalaciones y todo el mundo le conoce por su nombre. Y es que el personal de la Cocina Económica demuestra cada día que lo importante no es la comida que sirven a sus usuarios, sino el respeto que brindan a unas personas que, por diversas circunstancias, han salido de la carretera principal de la vida y han optado por transitar por sus viales secundarios. Manolo señala cómo el ingrediente principal del menú diario que consume allí no está compuesto por alimentos, sino por sentimientos. «De outro modo no viría por aquí, e apañaríame para comer nun restaurante», señala antes de dirigirse a su mesa. Fuente: La Voz de Galicia (Domingo, 6-Junio-2010)

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