ENTREVISTAS A ALBERTO MARTÍ VILLARDEFRANCOS. Fotoperiodista y Presidente de la Cocina Económica

Cocina Económica de La Coruña · 07/06/2010

«La pobreza es muy desagradable y hay que acabar con ella» Aumentar el número de socios y seguir ayudando a los más necesitados son los objetivos que se ha marcado para el futuro. Por ANA LORENZO. Ha pasado la mayor parte de su vida rodeado de cámaras, clichés, negativos y fotografías, a los que ahora añadirá su nueva responsabilidad como presidente de la Cocina Económica, una entidad benéfica fundada en 1886, y que alimenta a más de trescientas personas necesitadas cada día. Alberto Martí Villardefrancos (Santiago, 1922) admite que tenía que ser una persona joven la que asumiera esta responsabilidad, «pero no quiso nadie, y ya ves, a mis años y con nuevos empleos», afirma. -¿Cómo comenzó su vinculación a la Cocina Económica? -Siempre he colaborado. Empecé cuando iba a hacer las fotografías para cubrir algún acontecimiento para La Voz, y conocí al anterior presidente, Fernando Suárez, que fue el gran motor de esta entidad, por la que sentía un amor loco y siempre trató con todo cariño. El anterior presidente era la persona más extraordinaria, buena, modesta, respetuosa, humana, sensacional y sensible que yo he conocido, y siempre trabajó, tanto él como su familia, para la Cocina Económica. Gracias a él nunca faltó un duro y nunca se fue nadie sin comer. -El anuncio de su acceso a la presidencia coincide con una polémica con los vecinos, que protestan por la conducta que tienen algunas de las personas que acuden allí a comer. -Tengo el mismo interés en que nunca nos falte poder darle de comer a las personas que se acercan a la Cocina Económica, como que las mismas no molesten en absoluto a los vecinos. De todas formas, yo creo que este asunto se ha exagerado, porque nosotros nunca hemos tenido problemas con las personas que vienen allí, que son personas que detrás de ellas tienen una tragedia, y acabo de hablar ahora mismo con ellos para recordarles cómo tiene que ser su comportamiento. Lo que pasa en estos casos es que la pobreza es muy desagradable y hay que acabar con ella. Pero el daño ya está hecho. -¿Tienen la intención de levantar algún albergue para las personas con menos recursos? -Esa siempre fue una idea que ya tenía el fundador, y nosotros incluso llegamos a contar con el apoyo económico de una institución para poder hacerlo. Sin embargo, estos problemas con los vecinos hicieron que se olvidara este proyecto. Menos mal que se va a levantar otro -el de Padre Rubinos-, y allí podrán dormir las cincuenta personas que actualmente están durmiendo en las calles, en los soportales del Teatro Rosalía y en los cajeros. «Necesitamos la colaboración de mucha más gente» Trece personas trabajan actualmente en la Cocina Económica, que también cuenta con el apoyo de una voluntaria. Sin embargo, esto no es suficiente, y Alberto Martí pide que más personas arrimen el hombro para sacar adelante esta institución. -¿Con cuántos socios cuenta la entidad? -Ahora somos unos 3.000, y cada uno hace la aportación que quiere de acuerdo a sus posibilidades. Nuestra intención es que lleguemos a los 5.000, o incluso a los 4.000 ya estaría bien. Yo quiero hacer un llamamiento para que la gente se una a nosotros, porque cada vez hay más pobres y necesitamos la colaboración de mucha más gente. Menos mal que tenemos a los socios, y las donaciones de personas que fallecen y nos dejan su herencia para los más necesitados. -Además de la comida, ¿qué otros servicios ofrecen? -Cada día damos de comer a más de 300 personas, y también contamos con un servicio de duchas que está teniendo mucho éxito y al que diariamente acuden 60 personas, el mismo número que también utiliza el servicio de lavandería y ropero que ofrecemos. Fuente: La Voz de Galicia (Domingo, 12-Julio-2009)

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«Hace más de sesenta años que comencé a venir por la institución» Por ÁNGEL VARELA. Entrevistar a Alberto Martí es como pintar un retrato de Lugrís. Es historia viva del periodismo gallego y, por ende, uno de los mejores conocedores de su realidad. Tras el fallecimiento de su gran amigo Fernando Suárez, que durante setenta años fue el corazón de la Cocina Económica, la junta de gobierno le obligó a convertirse en presidente y rostro público de una institución sin la que no se entendería A Coruña. Notario de los principales acontecimientos de la ciudad, Alberto es a sus 88 años un manantial de vivencias de las que en este texto desgrana algunas de las referidas al pasado, presente y futuro de la Cocina Económica. -¿Cómo se convierte en presidente de la Cocina Económica? -Hace sesenta años que tengo mis primeros recuerdos de la institución. Al principio venía debido a mi trabajo en La Voz, aunque por aquel entonces ya era amigo de Fernando Suárez, una persona extraordinaria en su manera de ser. Era muy modesto y todo lo hacía por los demás. Al principio hacía mis fotos y me marchaba, pero poco a poco me fui metiendo, y así hasta que me preguntaron si quería ser presidente tras el fallecimiento de Fernando. Al principio no quería, pero una de mis hijas me convenció diciéndome que, si me lo habían pedido, tenía la obligación de aceptar el cargo, ya que si todo el mundo se niega a este tipo de cosas, no habría nadie que atendiese a la gente necesitada. -Usted además fue el promotor del merecido reconocimiento que desde el Gobierno español le otorgaron a Fernando Suárez. -En 1997 comencé a visitar a autoridades en la ciudad para que este hombre tuviese el homenaje que se merecía. Finalmente le concedieron la Cruz de plata a la solidaridad civil, que le impuso la reina Sofía en Madrid. -¿Cómo ha cambiado el perfil de los usuarios desde que usted empezó a colaborar con la Cocina Económica hasta la actualidad? -Antes había una mayoría de personas mayores, sobre todo mujeres. Incluso había algunas que traían a sus hijos con ellas a la Cocina Económica. Eran todos gallegos y solía ser gente que pedía por la ciudad. Ahora, sin embargo, vienen muchos extranjeros. El perfil del usuario ha cambiado totalmente. Ahora incluso se hacen menús especiales para musulmanes. La entidad también se ocupa de recoger la correspondencia y guardar los medicamentos del que lo pide. Fuente: La Voz de Galicia (Domingo, 6-Junio-2010)

 

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